En la actualidad son cientos los profesionales encargados de recomendar acciones a llevar a cabo en nuestro cuerpo o en nuestra empresa, mediante los cuales podamos llegar al objetivo pactado.
El contenido de este post es una reflexión introspectiva en voz alta sobre el proceso mediante el cual un cliente contrata un servicio para llegar a un objetivo, pero no piensa seguir las recomendaciones del profesional contratado y se molesta cuando no consigue resultados.
Son muchos los profesionales que nos dedicamos a la consultoría de varios tipos. Desde los entrenadores personales que nos crean un planning con una lista de ejercicios a realizar, un psicólogo, nutricionista, o incluso un publicista o profesional del marketing y la comunicación. Todos ellos comparten un mismo concepto: Su trabajo consiste en convencer al cliente de los pasos a realizar para alcanzar su objetivo.
Y tal y como explicó Calvo Con Barba en su post «El síndrome del copiloto» a muchos empresarios les supone un problema enorme que otro «conduzca» su coche, en vez de relajarse en el asiento trasero esperando a llegar al lugar establecido dejando que el profesional de la conducción haga su trabajo y pudiendo así dedicarse a su trabajo, donde conseguiría una rentabilidad mayor.
Si bien es cierto que incluso un Navegador GPS puede llegar a perderse, es bastante probable de que lo que nos molesta del GPS es que la ruta que él ha calculado sea diferente a la ruta a la que estamos acostumbrados. Y es relativamente lógico pensar que lo que más nos molesta de todo esto, es ver cómo lo que llevamos haciendo desde hace tantísimo tiempo, es mejorable.
Por otro lado, también resulta curioso observar cómo alguien que está viendo que su hábito que no le lleva a donde quiere estar, es capaz de contratar a un profesional para que le ayude a crear un hábito nuevo que si que le lleve donde quiera estar, y a la vez, desconfiar de éste por proponer ideas, maneras y rutas alternativas.
Quizás esta frase atribuida a Albert Einstein sea un reflejo de este artículo:
«Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.»
Esa frase refleja claramente el problema y nos dice la solución. Si contratamos a un Entrenador personal para mejorar nuestra condición física, a un logopeda para mejorar nuestra dicción, a un psicólogo para que nos ayude a controlar situaciones de tensión, a un consultor de marketing para que nos mejore las estrategias de captación, o a un Dietista para que nos ayude a controlar el peso y bajar el colesterol; ante cualquiera de estos profesionales hay que tener clara una cosa: