El tiempo.
Todo lo puede y todo lo quiere. Parece lento y parece rápido, pero nunca se detiene. Es una barrera, una bendición y un sacrificio. Se pierde y siempre se deja atrás. Una pausa, un respiro. Lo esperamos, huímos de él o lo perdemos buscándolo sin cesar. Somos sus esclavos y aun así vendemos el nuestro en favor del de otros a cambio de dinero con el que comprar el de los demás. Nos olvidamos de él cuando lo tenemos y nos acordamos de él cuando escasea. A veces pasa por delante y no lo vemos. A veces no podemos parar de verlo cuando ya ha pasado. Nos dedicamos a perder el tiempo a cambio de dinero pensando que en el futuro el dinero nos hará poder comprar tiempo. Pero el dinero es volátil e infinito, viene y se vá. Y siempre hay maneras de hacer que vuelva. El tiempo en cambio es escaso, una vez se ha ido no puede recuperarse. El tiempo es inmutable e indefinible y aún así lo definimos, le ponemos un precio, inconscientes de que no se lo ponemos al tiempo si no a la vida. Aunque la vida es tiempo. Limitado.
Tenemos prisa por disfrutar del futuro creyendo que ahí es donde estará la felicidad. Vamos detrás de ella mientras lo perdemos el presente. Tenemos prisa por vivir y ninguna prisa por morir. Aunque lo uno no es más que el camino directo hacia lo otro. Y sin darnos cuenta lo seguimos perdiendo día a día. ¿Somos conscientes del paso del tiempo?
Es agradable, soleado o nublado. Es frío, cálido, lluvioso, seco o húmedo. Es variable y siempre retorna. Lo dejamos pasar por culpa del malo y lo perdemos por no saber disfrutarlo. Quizás sea un problema del léxico, quizás no deberíamos llamarlo buen o mal tiempo. Ya que el tiempo no tiene moral. No sabe lo que es bueno ni lo que es malo. Es solamente un trámite infinito. Una unidad de medida que hace que la tierra gire, siempre, con y sin nosotros. Nos creemos dueños del él y no somos más que sus esclavos. Consideramos que lo hay bueno y que lo hay malo. Y desaparece sin más cuando le apetece sin haber visto que su bondad está en aprender a gestionarlo usándolo y disfrutándolo. Porque él no tiene fin, pero el uso que podemos hacer de él si.
El tiempo es singular y plural también. Consideramos los malos tiempos y los buenos. La historia nos recuerda sobretodo los malos. Atrocidades cometidas hace ya mucho y en la búsqueda del cáliz que nos lo dé de forma infinita. Queremos que se alargue cuando son buenos sin pararnos a pensar en que lo desperdiciariamos si nos fuera dado de forma ilimitada.
El tiempo es oro. El oro es poder. El tiempo es poder. Y quien tiene el poder tiene tiempo, o quizás sea al revés. Y es a su dueño al que le proporcionamos el poder. Poder hacer, poder elegir. Poder tener oro. Al que le volvemos a poner precio. El precio del tiempo gracias a su capacidad transformadora que genera que exista un mercado sobre él.
El tiempo todo lo puede. Él sigue invariable mientras todo a su alrededor cambia gracias a él. Nos hace esperar y nos hace avanzar. La vida se crea y se destruye con él. La materia orgánica se transforma gracias a su forma de moverse. Puede modificar las piedras, las moldea, las destruye y les da valor. Moldea las rocas más aristas suavizándolas, presiona al carbón para transformarlo en diamantes. Y sopla a las montañas para convertirlas en polvo. Siempre ahí, como factor determinante. Es indestructible pero puede destruir.
El tiempo lo cambia todo. Lo ha visto todo y lo verá todo. Ha visto generar el universo, hace tiempo, tiempo fué el que se creó y todo lo introdujo. Movió energías y masas, solo tuvo que dejarse pasar. Y colisionaron creando universos. Y con él los universos se modificaron para que existiéramos nosotros. Nos dotó de él y nos preocupamos de él. Lo investigamos, lo analizamos e intentamos comprenderlo. Aunque nos cuesta comprender que no tenemos ni idea de lo que comprendemos y mucho menos de lo que no comprendemos. Que necesitamos comprender más para poder empezar a disfrutarlo. Nos hacemos las preguntas inadecuadas planteando la forma de conseguir más. Cuando quizás lo que estemos sea erroando la pregunta, porque quizás no necesitamos más, lo necesitamos mejor.
¿Pero dónde está mi tiempo?¿Qué ha sido de él?¿Dónde te encuentras?
He visto el tiempo pasar, lo he perdido y lo he buscado infinidad de veces. Ha sido tanto el que he perdido como el que me he esforzado en ganar. Y cuanto más pasa me doy cuenta que menos me queda. Tengo fecha de caducidad, en mi cabeza resuena, y me cuesta deshacerme de esa idea. Ahí está persiguiéndome y susurrándome al oído. Y eso me hace reflexionar y me hace pensar en el que me queda. En mi egoísmo por buscarlo hasta darme cuenta de que no estoy buscando a él, lo que busco y anhelo es la felicidad. Oh, la gran felicidad. Que magnífica metáfora del tiempo. Durante mucho creí que estaría en en un futuro. Pero gracias al presente me di cuenta que no estaba ahí detrás, ni ahí delante, la felicidad pasa cuando estaba en el presente, aunque no sea consciente de ella. Me doy cuenta tarde, me doy cuenta del pasado. Y sigo buscándola en el futuro. Pero yo ya sé que ahí no es donde está. Tomando consciencia de él lo hago también de la felicidad, porque no es cuestión de tiempo, no nos espera, está aquí y ahora. Lo he dejado pasar muchas veces, puedo hacerlo si quiero. Él me domina a mí. Si. Pero yo domino qué hago con él que se me ha dado. Aunque tenga fin. Aunque sea un fin indefinible. Porque es mío. Y tuyo. Y nuestro. Y a la vez no es de nadie. No intentes controlarlo, no se puede. Dedicarte a tal empresa es perderlo. Y es demasiado escaso, muy limitado. Y debemos aprovecharlo.
Podría el tiempo ser un tren que pasa. Puedes subirte en su busca. Puedes bajarte en la estación. Puede que estés en la estación y que no te deje verlo por tenerlo demasiado cerca. Puede esconderse y puede distraerte demasiado. Pero tienes elección. A veces yo solo quiero dejar pasar el tren. Y aprovechar mi tiempo, dejando que pase y así poder disfrutarlo. Porque no hacer nada también es una forma de aprovechar del que dispongo. Porque he aprendido algo:
El tiempo es la facilidad y la felicidad es ser dueños de nuestro tiempo.
Este post lo he publicado íntegramente en este Blog y en tres piezas fotográficas en mi Instagram. Si has llegado hasta aquí: Gracias por tu tiempo.