Llega el momento de volver a la rutina, volver al trabajo, a las obligaciones y todas esas cosas que solemos apartar en momentos vacacionales. Es un momento duro para algunos, apetecible para otros y un momento que nunca llega para otros. Me he decidido a publicar este post relativamente tarde. Podría haber publicado el 1 de Septiembre, pues un servidor lleva trabajando desde mediados de Agosto, pero parece que otros no empiecen a trabajar nunca, y siempre pospongan ese momento de dedicación hasta el infinito. Es por eso que quiero dedicarles este post.
¿Conocéis alguna persona, o empresa que trabaje así? Retrasándolo todo. Yo si, y os explicaré sus síntomas.
Parece que es un modo de funcionar bastante generalizado. Esa gente que en Junio, cuando empieza a venir el calor, ya se les ablanda el cerebro, y todo lo que les queda es estar pensando en las vacaciones de Agosto. De esta forma se pasan dos meses con una productividad casi nula. Cualquier decisión, reunión o trabajo importante lo dejan para más tarde con un: «Ya hablaremos de eso en Septiembre». Luego disfrutan de sus vacaciones, y en la vuelta al trabajo, siguen sin adaptarse. Están en un estado de depresión post-vacacional y con la mente distraída porque «acaban de llegar de vacaciones». Y de esta forma se pueden estar durante todo Septiembre, aprovechando que «ya mismo hay puente». Luego al volver del puente, vuelven a este modo semi-nulo de productividad. Con el paso de los días llega Octubre y el mal tiempo, los resfriados y los «no veas como está el tiempo hoy». De ahí pasamos a Noviembre, este mes que está situado en el lugar perfecto para empezar a programar las vacaciones en familia, las compras de los regalos, porque «ya mismo es navidad». De esta forma llegan hasta Enero repitiendo la depresión post-vacacional navideña. Y habiéndose dado cuenta de todas esas promesas de año nuevo que no están cumpliendo ya es Febrero, este mes espera siendo corto, con alguna fiesta que te hace pensar en la pareja y regalarle bombones mientras ya están preparando las vacaciones de Semana Santa, porque «son ya mismo». Entre eso y la primavera «que la sangre altera», pasan por un modo de resfriados, alergias, y demás sintomatología primaveral que les hace pasar a duras penas hasta el puente de Mayo, que disfrutan encantados, ya que el día del trabajo se ha pensado justamente en gente como ellos. Y de ahí pasamos otra vez a Junio, donde empieza el calor y se ablanda otra vez el cerebro lo suficiente como para estar pensando en las vacaciones de verano. Y todo esto sin darse cuenta que vuelven a estar donde habían empezado.
Y así, ha pasado un año más, dedicándose a…
Este es, por desgracia, un tipo de funcionamiento muy común entre nuestro tejido empresarial, y un gran problema de productividad. Este tipo de persona, que puede estar situado como empresario o como empleado, es una persona que no está motivado por lo que está haciendo y si está muy motivado por no hacer nada. Esto hace que algo que podría tener un coste inferior, se alargue en plazos hasta el infinito y el precio ascienda a niveles poco competitivos.
Darse cuenta de esto y hacer un diagnóstico correcto a tiempo, es ideal para poder corregirlo cuanto antes.
Una de las técnicas más motivadoras es empezar el nuevo «curso» con ganas. Y no hay nada mejor para eso que marcando un objetivo a corto plazo (hasta Diciembre) que pueda motivar a toda la empresa de forma que disfruten explotando sus recursos, su creatividad, y su esfuerzo dedicándolo a su trabajo. De esta forma disfrutarán más también de sus vacaciones, pero cada cosa, a su debido tiempo.
Y ahora solo me queda desearles a todos una feliz «vuelta a la rutina».