Desaprender debe morir, es momento de Aprender.

Vivimos en una época de crisis, cambios y necesidad de valores. Y en ese momento, a algún iluminado se le ocurrió usar el término Desaprender para «motivar» un cambio hacia un modo de hacer diferente, o distinto. Y como se ha puesto muy de moda ese término, me gustaría aclarar porqué el «Desaprender» debería morir de nuestro vocabulario, y más aun del vocabulario de la publicidad, ya que induce a errores importantes. Lo que debemos hacer en estos momentos es: Aprender.

La palabra «desaprender» se define según la R.A.E. como «Olvidar lo que se había aprendido.» y es por este motivo por el que no se debe usar de la forma en la que la publicidad lo está usando actualmente. La história nos ha enseñado que olvidar nunca ha sido bueno. Olvidar lleva al ser humano a no recordar los errores del pasado. Olvidar nos lleva a repetir esos errores. Olvidar nos lleva al desaprender, y desaprender es NO Aprender. Y esto es algo que no nos podemos permitir como sociedad ni como personas. Debemos aprender siempre.

 Si lo que realmente se quiere conseguir es un cambio de valores, un cambio de formas y un cambio de pensamiento, lo que necesita la sociedad es aprender. Todos y cada uno de los seres humanos que formamos parte de la sociedad necesitamos aprender de todo y de todos. Se pueden perdonar los errores, pero no se deben olvidar. Todos y cada uno de nosotros debemos aprender de los errores que nos han llevado a esta situación crítica, que si miramos con perspectiva, es la situación ideal para aprender mucho de todo.

Debemos generar un cambio basado en aprender de los errores que se han cometido hasta ahora en todos los ámbitos. Y se aprende más de los errores propios, pero si los vemos, no estaría mal  aprender también de los errores ajenos que nos pueden enseñar mucho.

Ya que estamos, propongo unos cuantos errores que se han cometido y de los que podemos aprender para generar ese gran cambio.

1. El crédito.

Si algo podemos aprender de uno de los hombres mas ricos del mundo como Warren Buffett es su frase:

«No gaste el dinero que no tiene. El crédito y los préstamos fueron inventados por la sociedad de consumo.»

Uno de los grandes errores de las empresas grandes y pequeñas, y de las personas físicas es la necesidad del crédito. Se está asfixiando el mercado actual por «culpa» de que los bancos cierran el grifo del crédito hacia las empresas. La gran frase es esa, repetida mil veces hasta la saciedad. El verdadero problema del tejido empresarial no es la falta de crédito. El problema real es la excesiva necesidad de crédito para funcionar. Vemos en exceso como el funcionamiento de las empresas y familias se basa más en el dinero que les pueden prestar, que en el dinero que tienen o pueden conseguir. Trabajar con dinero propio es siempre un beneficio para absolutamente todo. La gente que arriesga el dinero propio es mucho más precavida, y desperdicia menos el dinero. Trabajar con dinero propio impide crecer demasiado deprisa, y eso ayuda a que el crecimiento de las empresas sea más regulado, más pausado y más estable. Y lo más importante, trabajar con dinero propio elimina los intereses de préstamo y genera valor a la propia empresa.

Los pagos aplazados son una de las cosas que siempre me llamaron la atención del sistema empresarial Español. Por mucho que lo intento, no entiendo como se puede funcionar bien con los pagos a 90 días. Es muy común en este país que una empresa no pague una factura hasta 90 días después. Esto parece lógico a mucha gente (más por costumbre que por lógica), y se practica más o menos dependiendo de los sectores donde nos movamos. Suponiendo que todo funcione correctamente, el descontrol de las cuentas ya es una molestia excesiva. Si se paga a 90 días, la empresa que espera recibir ese pago es la que está financiando la venta a la otra durante 90 días. Y eso significa que el la empresa emisora está dejando de ganar los intereses que genera el dinero en su cuenta si se hubiera cobrado la factura al momento de la emisión. A esto debemos añadir la excesiva posibilidad de impago de las facturas que hay hoy en día, y los 90 días de plazo para eliminarse patrimonio que tiene el deudor. Así que debemos aprender de esto y no dar opciones. Si se hace un trabajo, se paga cuando se recibe. Si no se paga, no se recibe. Todos contentos y todos ganamos. No debemos caer en la trampa de «¿Es que no te fías de mi empresa?». Esto lo explicaré mas abajo en el apartado 3. Ser profesionales.

Sobre la propiedad inmobiliaria y las hipotecas hay otro debate. Una vez me dijeron: «Es que si no pides una hipoteca la gente no puede comprarse una casa.» Aquí hay dos cosas que se deberían tener en cuenta. La primera es que se puede vivir durante toda la vida en régimen de alquiler. El alquiler es mucho más barato que la propiedad, ya que el inquilino no tiene gastos derivados de la propiedad de un inmueble, como las reparaciones, IBI, o impuestos. Y tiene la ventaja de que uno se puede cambiar de residencia sin muchas complicaciones en caso de necesitarlo. Si se llega a la compra del inmueble debe quedar claro que en la hipoteca hay intereses. Si uno es capaz de comprarse una casa con una hipoteca a 40 años, si ahorrara el mismo dinero durante 40 años, podría comprarse un inmueble de mayor valor. Por otro lado tenemos las ventajas fiscales puesto que el alquiler es un gasto y la propiedad inmobiliaria es patrimonio.

Por otro lado el mercado inmobiliario durante muchos años ha dado mucho dinero, y ha explotado por algo que se hace mucho en España, que es la sobre-explotación del negocio que funciona.

2. La Sobre-explotación:

Como en la fiebre del oro del viejo oeste, se ve en demasiadas ocasiones como cada cierto tiempo aparece alguien con una buena idea e innova. Este genera un nuevo negocio maravilloso, original y llamativo que genera beneficios. ¿Cual es el problema? El problema es que poco después aparecen a su alrededor otros negocios exactamente iguales, o con pequeñas modificaciones que intentan hacerle la competencia. Pero dicen que la competencia es buena, ¿no?. Pues todo tiene matices. Cuando existe un negocio único sin competencia, este genera beneficios sin límite en su campo, y a su vez puede no hacer las cosas del todo bien ya que es único. Al tener un poco de competencia, los negocios se autoregulan para conseguir al cliente, y pueden sobrevivir mientras haya ganancias repartidas. El problema viene cuando hay una sobre-explotación del mercado. Se satura el mercado con negocios iguales, intentando atraer el dinero del cliente y al final el mercado está tan fragmentado que no hay dinero suficiente para nadie.

El ejemplo de esto se puede ver mucho en grandes ciudades modernas. Y se le conoce como «la moda de X». Llega un nuevo mercado, con la apertura de una nueva tienda de X. Esta moda se extiende, empiezan a aparecer nuevas tiendas de X iguales o con modificaciones, la moda se dispara en su crecimiento y proliferan aún más tiendas de X para vender el nuevo producto o servicio de moda. Llegados a este punto, suelen pasar dos cosas. La más habitual de ellas es que la moda al estar masificada deje de ser moda y deje de haber negocio. En el mejor de los casos, esto genera una «criba» en el sector y acaben quedando «los mejores». Otra opción que suele pasar es que al haber tantos negocios de X, ese negocio deja de tener beneficios con X y necesite cambiar de modelo de negocio o cerrar, en este último caso suele suceder mas o menos a la vez en todas las tiendas de X.

Por eso debemos aprender a evitar la sobre-explotación.

3. La Profesionalidad:

En muchas ocasiones cuando hago firmar algún contrato concreto a mis proveedores, o me niego a aceptar ciertas condiciones de pago, estos dicen algo así: «¿Es que no te fías de mi?». La respuesta es simple y sencilla: «Por supuesto que me fío de ti, si no, no te haría firmar ningún contrato.» ¿Que quiero decir con esto? Debemos aprender a ser más profesionales. Se puede trabajar con la familia, con los amigos, o con desconocidos de confianza. Y siempre debes hacer tratos con gente de confianza, pero eso no es motivo para no tomar precauciones. Los pedidos y los contratos deben quedar bien claros y estar firmados antes de empezar nuestro trabajo. No es cuestión de confianza, es cuestión de vocabulario. Los seres humanos tenemos el don de equivocarnos con frecuencia, y entre dos partes pueden haber olvidos o malentendidos. Con un contrato firmado se eliminan los «Yo creía» o «Yo entendí». Si se aprende a definir bien lo que cada uno debe hacer, se eliminan los posibles errores. Y en caso de haberlos, se pueden aclarar revisando el contrato.

La idea principal de ser profesionales es que entiendan las dos partes en que lugar les deja a cada una. La gente compra cierto servicio o producto por cierta cantidad de dinero. Si se tiene claro por adelantado se ahorran problemas después. Un empleado y un empresario deben entender que se firma un contrato mediante el cual el empleado se compromete a trabajar para realizar cierto trabajo, un número de horas determinado por cierta cifra de dinero. Y así con un un servicio o con un producto. Si se dejan claros los conceptos desde el principio, y se firma bien todo, se le da valor al «apretón de manos» y «la palabra». Hay que tener en cuenta que la palabra de una persona es uno de los mayores valores morales que existen, pero la firma de un contrato es uno de los mayores valores legales.

4. La amabilidad:

Tras todo lo escrito con anterioridad, no hay que dejar de lado el aspecto humano. Tenemos que aprender a ser amables. Lo primero que hay que entender en un negocio es que este existe para ganar dinero. Se puede ganar lo justo para sobrevivir o cantidades ilimitadas, pero todos los negocios quieren ganar dinero. Tu negocio, el de tus proveedores y el de tus clientes, todos esos negocios existen para ganar dinero. (Esto merecerá un post aparte) Pero eso no significa que debamos no ser amables. Solo hay que entender las razones de los demás. La empatía es una de las grandes virtudes del ser humano. Perder un poco de nuestro tiempo en ponernos en el lugar del otro conseguirá que entendamos sus razones, y esto hará fluir las ideas en ambos sentidos. Hay que tener en cuenta que aprender a ser amables es gratis, y da muchos beneficios.

Así que en mi modesta opinión, si aprendemos estas cuatro reglas en vez de desaprender u olvidar todo lo que hemos pasado, eliminaremos problemas de la ecuación empresarial que es ya suficientemente complicada. El resumen es:

No hay que gastar el dinero que no se tiene. Si un negocio funciona debemos aprender de su innovación, copiar su idea nos dejará sin mercado a ambos. Todo eso lo haremos siendo profesionales, entendiendo que la palabra de una persona tiene un valor moral, pero la firma tiene un valor legal. Y si todo eso lo hacemos con la mayor amabilidad posible, todo será más fluido y nos apetecerá repetir la experiencia.